A favor del modo de mi
IV6 - V#
¿Y qué significan estos números romanos? Paciencia queridos alumnos, que yo os lo explico. Es coña, la teoría musical detrás de las cadencias es muy chula pero no merece nada la pena explicarla a gente que no tiene cierta base musical. Sin ánimo de ofender, pero es la realidad y no quiero aburrir a nadie. Total, la gente que no sabe no entendería nada y no quiero ser el frikazo musical, aunque ya me haya ganado esa fama (mi Spotify Wrapped no es Mozart, gente). Quedaos con que la cadencia frigia viene acompañada de un taconazo, un silencio potente y un griterío ¡OLÉ! Eso es lo importante.
Para mí esta cadencia es la pasión de alguien que ama el arte, es la fuerza del espíritu y la potencia de un artista independiente. Es el poder femenino, el poder masculino y el poder de una cultura que ha llenado el mundo entero. Es la historia del dolor, de la vida y de la muerte, es la historia del sexo y del sudor por bailar demasiado. Es un buen plato de croquetas, es fardar a los ingleses de que ellos no tienen croquetas, y es comerte las croquetas delante de ellos mientras lloras de placer. Es la expresión del amor, del desamor, del llanto y de la sonrisa, es la nostalgia y la furia. Es el Arte.
Con un giro del cuerpo y de muñeca dices todo esto. Con un giro de voz y un taconazo dices más cosas aún. Mirar al resto por detrás de tu propio hombro mientras te caen gotas de sudor de la frente, y tus pulmones no aguantan más pero tu corazón quiere seguir bailando. Es hacer volar el instrumento mientras lo agarras con la mayor fuerza del mundo porque lo necesitas para seguir vivo. Es tocar música, la danza, los ojos y la mente, y tener un orgasmo. Todo eso es la cadencia frigia.
No hay mejor sensación que escuchar música que te haga, jalear, que te haga querer ser palmero, bailaor o cantaor. El tener envidia de los que tienen arte, y querer convertirte en alguien capaz de romper un tablao a taconazos. Que tus pulmones sean de tortilla de patata, tu sangre gazpacho, tus ojos dos aceitunas y tu corazón un clavel rojo como el fuego.
Eso para mí es esta cadencia, algo imposible de expresar en palabras si no es con un griterío de fondo, un canto roto y casi afónico, y respiraciones agitadas. Unas manos que agarran el aire mismo y una mirada que destruye celibatos.