No somos máquinas: en contra del virtuosismo técnico

10/12/2024

Aquí mando un mensaje: "El virtuosismo no es bello".

Antes de que se me abalancen encima voy a explicar qué quiero decir con esta frase:

El virtuosismo en la música es el acto de hacer algo extremadamente bien y muy cerca de la perfección, lo cual tiene su mérito y es impresionante. Un niño de 7 años interpretando los caprichos de paganini a la perfección es sin duda un gran espectáculo. Sin embargo, para mí no es bello. 

Con "bello" me refiero a extraordinario, emocional, reflexivo... que me revuelva las tripas. Algo bello te deja sin palabras, te transforma y te cambia el espíritu. Algo bello no se admira, no se aprecia; se vive y se siente. Algo bello te pone la piel de gallina, te transporta a otro mundo y te hace soñar. Sólo lo bello mueve el mundo y sólo lo bello ha de ser admirado. No obstante, no quiero que confundáis "bello" con "bonito". Algo bello no tiene por qué ser visualmente hermoso, no caigáis en la belleza platónica y ultraterrena. Lo bello también puede ser feo, puede ser triste, repugnante u horriblemente aterrador. Con que haga reflexionar al testigo y lo deje sin palabras, ya es bello. Algo bello no se puede describir como bello más allá de la reacción, pues intentar describirlo con palabras sería una falta de respeto a la obra de arte. 

Por eso mismo opino que lo virtuoso no es bello, pues aparte de que no encaja en mi definición de belleza, no me hace sentir lo que siento con algo bello. Pondré un ejemplo:

Al ver por primera vez a una Chloe Chua de 11 años interpretar sin problemas los caprichos de paganini me quedé asombrado, estupefacto y lo admiré. Sin duda su dedicación, esfuerzo y talento son dignos de admiración. Pero al escuchar por primera vez el final del segundo movimiento del concierto para piano nº2 de Rachmaninov, no quedé asombrado. Me elevé, me sentí uno con la música y uno con la armonía. Sentí lo que el compositor quería que sintiese, y sentí el dolor del pianista, el esfuerzo y los sacrificios. me sentí uno con la orquesta y parte de ella al mismo tiempo, me sentí un espectador privilegiado, único y global. No me dejó así la habilidad técnica del pianista, sino la labor sentimental de este. De hecho, no es ni de lejos un pasaje complicado técnicamente ni para el solista ni para la orquesta, pero su impacto es colosal. 

Algunos dirán que la habilidad de interpretar y componer de una forma tan bella es virtuosa, y a mi parecer, algo de razón tendrían. Pero les invito a releer el título de la entrada del blog, y darse cuenta de que no voy en contra de este tipo de virtuosismo, sino del técnico. El virtuosismo técnico es, para mí, la habilidad excelente de llevar a cabo situaciones difíciles de una forma excepcional. A grosso modo, es ejecutar algo técnico de una forma excelente, como podría ser un pasaje de escalas y arpegios a gran velocidad en la música, el saber representar el reflejo de una mosca sobre una cuchara de plata en un bodegón, conseguir la textura de la seda en una escultura de mármol o ser capaz de recitar un monólogo muy extenso en una obra de teatro. Para mí, la belleza no resude en esta habilidad sino en ser capaz enviar un mensaje con estas acciones. Una escala es muy chula, pero descontextualizada no es nada más que un estudio, el reflejo de una mosca es increíble, pero de forma individual no es bello, la seda de mármol no es bella si con ella no se busca hacer pensar al espectado, ¿y qué sería de un monólogo teatral si no se le da un sentido? 

Ahora bien, lo bello no tiene que ser la propia obra, también creo que el mensaje puede serlo. Por ejemplo, con los estudios de un montón de heno de Claude Monet no son bellos en sí, sino que el mensaje "cambiemos nuestra percepción del mundo, artistas" con el que inicia su discurso sí es bello. La estética phonk (y el término "estética" no lo uso en su contexto filosófico") no es bella, pero el "rompamos el sistema, las normas están para destruirse" sí es bello. Las novelas de Kafka no son bonitas (al contrario), pero sí que son bellas por lo que te hacen sentir, por el mensaje que mandan. Son bellas porque te transforman, y si después de presenciar algo bello no te has transformado, es porque no era bello realmente.

Por eso, para mí, el alarde de habilidad técnica de algo no alberga belleza alguna, pues normalmente lo bello se encuentra en lo sencillo, en lo superior a lo visible, en la esencia de la búsqueda de ese "algo" que no se puede expresar con palabras. En mi opinión, el arte siempre ha buscado lo bello, y según el contexto histórico este concepto ha cambiado. Lo bello se transforma y se adapta al presente, o nosotros nos adaptamos a su metamorfosis tal vez. Lo técnico no es bello, pero sí lo es cuando con ello mandas un mensaje (por ejemplo, componer obras imposibles de tocar como protesta hacia la exigencia de las academias). 

Esto, por supuesto, no implica que no existan obras bellísimas que también son difíciles técnicamente. Sin embargo, para mí lo bello no reside en lo difícil. Lo bello está aparte, y lograrlo es el desafío de todo artista. 


Comienza entonces un conflicto: ¿si lo bello es el mensaje, por qué "la dificultad" no es bella? La dificultad en sí no es bella, pero el esfuerzo y la dedicación detrás de esta sí. Para mí, el proceso por el que tiene que pasar el artista de sufrimiento, concentración, euforia y desesperación me resulta digno de ser llamado bello. El proceso de detrás, la historia del estudio, pero no la técnica en sí. La obtención de la técnica me parece bella, no el resultado. 

En sí, me di cuenta de que todo me parece bello, porque todo tiene una historia, una razón. Todo tiene algo digno de ser apreciado. Esperando al bus hay cosas bellas, por ejemplo, la necesidad de moverse. Un vagabundo está rodeado de belleza, triste por su situación, pero bello. 

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